MODIFICACIÓN DEL KILOGRAMO

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¿Qué pesa más, un kilo de paja o uno de plomo? Una pregunta que parece muy simple, ahora ya no lo será tanto. Y es que el kilo es una de las cuatro unidades de medición básicas -junto con el amperio, el kelvin y el mol- que serán redefinidas por la Conferencia General Sobre Peso:s y Medidas (CGPM) en noviembre de 2018.

La decisión de qué es un kilogramo se tomó a finales del siglo XVII en Francia. Con la intención de crear un sistema de unidades universal, un kilogramo pasó a ser la masa de un decímetro cúbico de agua destilada a una atmósfera de presión y 3,98 grados centígrados.

Con el tiempo se creó en 1875 el Comité Internacional de Peso:s y Medidas, una entidad que vela por la uniformidad mundial de unidades. Este órgano decidió crear un objeto sólido y tomarlo de ejemplo para los demás. Así nació en 1889 el 'Gran Kilo': un cilindro circular recto con una altura y diámetro de 39 milímetros cada uno y hecho a partir de una aleación de 90% platino y 10% iridio que actualmente se mantiene guardado en la sede la citada oficina en París.

129 años después este kilo ya no pesa un kilo. Con el paso del tiempo ha fluctuado de peso. Concretamente hay una diferencia de unos 50 microgramos entre el estándar conservado en Francia y sus réplicas repartidas por todo el mundo.

Esta diferencia de peso, muy importante para los cálculos científicos, ha forzado a encontrar otra forma de pesar un kilogramo. Por esta razón, a partir de este mes de noviembre, el kilo se calcula en base a la «constante de Planck», una constante física que representa al cuanto elemental de acción y que juega un papel central en la teoría de la mecánica cuántica.

Los cambios, que no se notarán en nuestra vida cotidiana pero que servirán para hacer mucho más precisos los estudios científicos, entrarán en vigor a partir del próximo mes de abril de 2019.